Por lo general escuchamos que la selva amazónica es el pulmón de mundo, qué es capaz de procesar el aire y hacer que el CO2 se convierta en oxígeno.
Hasta el momento, no se maneja una cifra exacta sobre cuánto CO2 se transforma en O2. Pero en momentos, como estos, cuando la comunidad científica advierte que la deforestación de la floresta amazónica y la contaminación de los mares está haciendo empeorar el calentamiento global, hacemos un frente a frente de las teorías que defienden que uno u otro son los verdaderos pulmones del mundo.
Esto se remite a los estudios de que el fitoplancton (algas, plancton y plantas marinas) cumple la misma labor que los árboles, es decir que los océanos también filtran el dióxido de carbono del aire.
La ONG Oceána, que protege los mares, resume en su posición de los defensores de los mares en que los mares son los pulmones del mundo pues procesan 200 000 millones de toneladas de CO2 por oxígeno y la creación de la capa de ozono que nos protege de los dañinos rayos ultravioletas.
El Fondo Mundial para la Naturaleza y la Unión Mundial para la Conservación destacan la necesidad de aplicar urgentes medidas para proteger de la sobrexplotación de las aguas profundas y las criaturas que viven en ellas, debido a la exploración pesquera y petrolífera no reglamentaria; las descargas de CO2.
La Amazonía en medio de esto no se queda atrás pues según los cálculos aritméticos para intentar ver si en un año entra más dióxido de carbono en el Amazonas del que sale, no está claro. Pero si se sabe que el pulmón del mundo, por su espesa vegetación limpia la mayor parte de gases tóxicos del planeta, que producimos al respirar o con las industrias y lo convierte con el proceso de fotosíntesis en oxígeno.
Cuidar los mares y la Amazonía es vital para que equilibremos el planeta y este no decida sacudirse de nosotros como una plaga que lo enferma.
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